
Sin duda, es preocupante que las niñas y niños de una determinada zona tengan más cáncer que el resto de la población en su misma cohorte de edad. Pero eso también ocurre en otras zonas alejadas de centrales nucleares o por los hábitos de sus padres y madres. El estudio merece más bien elogios, no sólo por la sistematización en la enumeración de casos con relación al lugar de la vivienda, sino también por ser quizás el más grande que se ha hecho en todo el mundo de esas características.
Es importante de por sí que se pueda conocer la incidencia mayor de los casos presentados respecto a los esperados. De esta manera, se abre la puerta a que otros investigadores puedan ahondar en las causas. Pues a pesar de ello, la prensa con lenguaje sarcástico puso al estudio en la piqueta por no “atreverse” a culpar a las centrales nucleares. La causalidad científica es algo más complejo que el atrevimiento y culpar a la ciencia de no adelantar acontecimientos es un flaco favor que se puede hacer a la sociedad. El cáncer de nuestros niños y niñas bien merece la focalización de la ciencia. Pero este estudio lejos de ser una barrera, es una primera base para la solución del problema, que por cierto, los medios de masas de la sociedad no están en disposición de ofrecer.
Mis mejores deseos desde Bielefeld,
F.